LUNA VERDE

¿Por qué no quemamos en luna verde?

Cerámica, ciclos lunares y saberes ancestrales

Durante mis estancias en Perú —que han sido y serán muchas y profundamente transformadoras— he tenido el privilegio de aprender directamente de las artesanas de la Amazonía peruana, ahora amigas, hermanas y maestras, quienes con sus manos sabias y corazones generosos me comparten durante nuestras jornadas laborales, técnicas y  cosmovisión ancestral, Lo que ha enriquecido profundamente mi práctica cerámica.

Uno de los conceptos más fascinantes que aprendí en estos encuentros fue el de la “Luna Verde”.

Esta fase lunar, asociada al crecimiento del río, se reconoce cuando la luna se inclina hacia atrás y anuncia la expansión de las aguas. En ese momento, la energía vital de la naturaleza se intensifica. Es un periodo de fuerza interna, de fecundidad invisible, que se vive en silencio, en respeto y en pausa.

Durante la Luna Verde, las ceramistas de la región eligen abstenerse de encender el fuego cerámico. Esta decisión no es técnica ni arbitraria: es una muestra de respeto profundo hacia los ritmos naturales y los espíritus de la tierra. Según la cosmología amazónica, el fuego en esta fase puede ser disruptivo. Se dice que muchas veces ha quebrado piezas, no por error humano, sino porque el fuego desborda la energía vital contenida en la tierra en ese momento.

Así, se prefiere la quietud, la espera, la escucha. Porque cuando la tierra está en su máxima expansión, no es momento de sellar, sino de germinar.

Me siento parte de estas comunidades que me han acogido como hermana, y en breve regresaré a caminar junto a ellas. En mi próximo viaje quiero que vengas conmigo, a través de Tantaterra Native, un proyecto donde podrás ver, aprender y experimentar la cerámica y otras artesanías ancestrales a pie de selva, de la mano de verdaderas maestras y maestros que viven su oficio con alma.

 

La Luna Verde es el comienzo del ciclo, no el final

La Luna Verde representa el inicio de un nuevo ciclo lunar. Es el momento en que la luna no se ve en el cielo, y su energía es sutil, interior, casi silenciosa. Para muchas culturas originarias —especialmente en regiones amazónicas— es un tiempo fértil para sembrar, meditar y purificarse, pero no para culminar procesos.

Hornear una pieza de cerámica es culminar un ciclo de transformación: es llevar la tierra al fuego, es sellar una intención, es darle voz y forma definitiva al barro. En la Luna Verde, la tierra está aún recogida, guardando su fuerza para lo que vendrá.

Fuego sin luz: una danza incompleta

Desde lo simbólico, hornear durante la Luna Verde es encender el fuego sin la compañía de la luz lunar. En muchas tradiciones, esto se percibe como una falta de equilibrio entre los elementos: la luna no está iluminando el proceso, y el fuego se siente «solo», sin un cielo que lo contenga o acompañe.

Se dice que “el fuego no sube bien”, que el barro no se abre completamente, o que la pieza puede perder fuerza espiritual. Estas percepciones, transmitidas por generaciones de alfareras y alfareros tradicionales, no son supersticiones, sino una forma profunda de leer la naturaleza.
Así es como la cerámica ancestral honra también los ritmos invisibles, los tiempos del alma y de la tierra.

¿Y desde lo técnico? ¿Afecta la luna nueva el horneado?

Aunque no existe evidencia científica directa que relacione la fase lunar con el éxito de una horneada, hay elementos que se entrelazan:

  • Durante la Luna Nueva, las condiciones de humedad ambiental pueden ser más altas, especialmente en entornos selváticos o húmedos. Esto puede provocar que las piezas no estén completamente secas, lo que aumenta el riesgo de explosión en el horno.

  • Además, la falta de visibilidad lunar coincide a veces con cambios atmosféricos o menor presión ambiental, lo cual puede afectar la tracción del fuego en hornos tradicionales, especialmente los que dependen de tiro natural o leña.

Estas correlaciones, aunque sutiles, resuenan con los saberes antiguos, que siempre han observado el cielo no con telescopios, sino con el cuerpo y el corazón.


 Trabajar con la luna es honrar los ritmos de la tierra

No horneamos en Luna Verde porque creemos que el barro también necesita su pausa, su recogimiento, su germinación interior. Es el momento de hacer silencio, de escuchar lo que aún no toma forma.

Cuando esperamos al cuarto creciente o la luna llena para hornear, lo hacemos confiando en que la energía está en expansión, que el fuego tiene con quién dialogar, y que la tierra ya está lista para dejarse transformar.


 Cerámica ritual, ancestral y lunar: un camino de conexión

En nuestros talleres, y especialmente en este viaje que te propongo a Perú no solo haremos cerámica: tejeremos ciclos, rituales y memoria con las manos. Honramos la tierra que nos da el barro, el fuego que transforma, y la sabiduría de lar verdaderas maestras.

Nuestra cerámica ancestral nace desde la escucha, desde la tierra viva y el tiempo lento, y desde la sabiduría que nos enseñaron quienes antes que nosotras moldearon al ritmo de la luna.


La Luna Verde 

no es un vacío

Es una propuesta 

de elegir no quemar, 

mirar hacia dentro 

y proyectar.

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